Soy uruguaya, tengo 27 años y nací en Melo, un rincón al fondo a la derecha del interior del país. Nunca termino nada de lo que empiezo, y esta es —quizás— la quinta vez que decido comenzar este blog de viajes.
No sé si tenía cuatro o cinco años cuando empecé a estudiar teatro. Una infancia entre personajes, telones, vestuarios, libretos, escenografías y la adrenalina previa a cada función me marcaron profundamente. Siempre me recargué de actividades extracurriculares o de trabajo e, irónicamente, también pensé que al cumplir dieciocho años mágicamente elegiría una sola cosa que estudiar —y una sola vida que vivir—. La inocencia.



Comencé a estudiar unas siete carreras; ingeniería civil, letras, profesorado de matemáticas, actuación, astronomía, estadística, psicopedagogía… Cada carrera que dejaba por otra se sentía como un fracaso; y cada nuevo objeto de estudio traía bajo el brazo la promesa de esa vida que querría vivir por siempre. Pero como una niña que creció entre personajes e historias, no podía acceder a un único destino.
Nunca fue un gran deseo o sueño viajar —creo que porque siempre pensé que solamente la gente con plata podía hacerlo— y me sorprendí al darme cuenta que quería, y podía, dejarlo todo y salir con la mochila. Hoy cada viaje es una función; cada libreto, la planificación. Me encuentro entre historias, leyendas, arquitectura, culturas y personas, principalmente personas. Ese encuentro con el otro es, para mí, la experiencia humana en su máximo esplendor.
Que sí y qué no



No cuento la cantidad de países, ni de aviones, ni de kilómetros. El planisferio no me mira como una «to-do list» ni me lamento por lo que me faltó hacer en tal o cual viaje. No estoy en una carrera —ya vimos que no soy buena con eso— no compito con nadie, ni siquiera conmigo misma. Pero me gusta moverme, explorar, conocer, aprender, y escribir. Y como vengo del palo del teatro para mí la obra no está completa hasta que no se comparte con el público; así que acá, en este blog, culmino el proceso creativo.
Vivimos en una roca con lava y agua, flotando en la infinidad del espacio, en la vastedad del tiempo y cargados de preguntas sin respuestas. Entre montañas y desiertos, y ciudades y campos. Detenidos en el tiempo o corriendo detrás del reloj. En todos los países se va al baño, y se cocina, y se duerme, y se trabaja. Y vivir, para mí, es esto que pasa entre que lo experimento y lo cuento.